martes, marzo 18, 2008

Sin ir más allá
Opinión Pública y Sanción desde el Periodismo.

Estoy llevando en este sexto ciclo de mi carrera un curso llamado Opinión Pública. Creo que se me presenta una gran oportunidad para aclarar algunas cuestiones acerca de la labor del periodista, en particular en lo que tiene que ver con la formación de la opinión de la población.

No estoy de acuerdo con que los periodistas se sientan en la obligación de decirle a la gente cómo debe pensar o qué actitud debe tomar frente a un hecho. Tal vez haya alguno por ahí que crea que así es, y que tener la posibilidad de presentar su punto de vista frente a miles de lectores, televidentes o radioescuchas signifique estar siempre en lo cierto. O que el simple hecho de contar con mucha información baste para ofrecerle a su público una perspectiva incuestionable. Pero es un punto de partida errado y que puede llevar a muchas complicaciones.

Con lo que sí estoy de acuerdo, pues me parece más sensato, es atribuirle siempre al periodista la tarea de promover una discusión en torno a un tema específico. El resto de la tarea está en manos del público. Es decir, basta con reunir información de diversas y confiables fuentes, y tomar una posición inicial frente a lo que se informa, para no terminar confundiendo al periodista con una computadora, llena de información y sin criterio propio.

Hay en particular un asunto complicado sobre el que me gustaría reflexionar en el curso que ya mencioné. Es acerca del supuesto poder que ejerce, a través de los medios, la sociedad frente al poder político. En principio, prefiero pensar que la sociedad sí está en condiciones y en el derecho de exigirle a su gobierno transparencia y eficiencia dentro de sus funciones. Y también estoy de acuerdo con que los medios sirvan de apoyo a la población para darle la oportunidad de participar, de alguna manera, en el gobierno de su país.

Sin embargo, como lo hizo notar mi profesor, durante la primera clase de Opinión Pública, hablar de aquel poder de la población es muy delicado. Porque es necesario antes definir bien cuales son los alcances de ese mismo, tanto como separar la esencia de la labor judicial de la del periodismo al momento de denunciar un hecho controversial o delictivo.

El Derecho no suele castigar a alguien por no cumplir con las expectativas que la sociedad tiene frente al rol de ese individuo específico. En cambio la sociedad parece hacerlo a cada momento. Una forma de castigo social suele ser la exclusión. Y el motivo más común por el cual se es excluido es cuando se espera mucho de alguien por el oficio que realiza y no actuamos a la altura de esa expectativa.

Pongamos el caso de un periodista. Si no cumple con ser imparcial, serio y veraz, la sociedad lo descalificará como periodista, puesto que esa es una carrera en la cual esas cualidades se entienden como muy necesarias. Lo mismo con un ingeniero cuyo edificio se desplome, o que no sepa al menos las más elementales matemáticas. Asimismo, el caso de un médico culpable de la muerte de un paciente.

Frente a errores de ese tipo, muchas sociedades no encuentran otra forma de castigar a tales o cuales personajes más que excluyéndolos y haciendo público su error con ayuda de los medios. Más allá de dicho castigo, tal vez quede la sensación de que no se ha hecho lo suficiente y, por eso mismo, algunos piensen en represalias mayores a las de la exclusión. Erradamente, se llega a pensar que el periodismo, bajo esas circunstancias, tiene la obligación de hacer caer el peso de la ley sobre los culpables.

Pero no habría más salida que la manipulación del 'sabio entender' de los jueces, puesto que un artículo o informe no tienen el peso que tiene una sentencia judicial. Y el periodismo no puede, ni debe, llegar a tanto. Puedo asegurar, desde mi modesta perspectiva actual, dado que no he reflexionado aun lo suficiente, que es necesario separar las funciones de cada profesional. Dominique Wolton defiende la idea de la separación de funciones -en su libro "Salvemos la Comunicación"- con el fin de no entorpecer la labor comunicacional de los medios. Y no estaría mal decir que atribuyéndole función de juez al periodista, se está entorpeciendo su tarea de comunicador.

Después de todo, lo que hace un periodista es 'solo' informar, aunque para ello primero deba reflexionar acerca de qué es lo que realmente vale la pena informar. Exigir una rendición de cuentas al Estado, o a un funcionario que falló en su labor pública, es la única arma que tiene el periodismo, aunque pueda ser usada de mil maneras de acuerdo a la habilidad del periodista. Pero, no nos esquivoquemos: exigir no es lo mismo que procesar judicialmente. Quienes juzgan son los jueces, no los periodistas.

Como idea inicial para esta larga reflexión puedo afirmar que el periodismo debe canalizar el malestar de un sector o de toda una sociedad, y hacerlo bien. Cumplida esta función, no habría más que esperar que la sanción social de exclusión, o de otras que seguramente hay, toque las puertas de quienes, sabiendo que están en un error, no se reivindican. Por poco que esto parezca, se hace mucho al decir quién es quién en cada situación dentro del impreciso espacio público.

Así se evita que la sociedad no quiebre su voz cuando necesita señalar con firmeza y castigar, si es necesario, a un personaje nocivo o indigno de realizar una labor de mucha responsabilidad social. Y todo esto sin necesidad de llevarlo a la cárcel o imponiéndole cumplir con una pena o sanción administrativa.









IMAGEN DE LA SEMANA

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JUSTIFICADOR. Mario Cortijo, jefe de informaciones de El Comercio, explicando los motivos que tiene ese diario para incluir un tema anecdótico en sus primeras planas, durante su visita a la PUCP. (17/09/08)